16 de enero de 2017

Carta uno.


Hola,

No se por donde comenzar. No se qué preguntarte, ni contarte, ni qué estoy haciendo ahora mismo aquí... Lo único que se es que tengo que hacerlo, ha pasado demasiado tiempo y sigo sin tener el valor de poder dirigirme a ti sin sentirme culpable.
Pensé que la distancia jugaría de mi parte, que el tiempo sanaría las heridas, que otro lugar y otra gente me harían olvidarlo todo... Pero no ha sido así, ya lo puedes ver, sigo sin poder pedirme perdón.

Esto me resulta muy difícil. Nunca me había imaginado en esta situación, delante del monitor, verbalizando todo lo que escribo mientras que no puedo parar de pensar en ti, mejor dicho, en nosotros.

No se cuantos cigarrillos me he fumado mientras escribo estas cuatro lineas (seguramente demasiados), pero es lo único que calla a la voz que me grita que salga corriendo. Si, esa misma voz que me habló hace tanto tiempo, que me hizo tomar decisiones precipitadas, y que me ha traido hasta aquí.

Podría resumir todo en un "Te echo de menos", pero no es todo tan sencillo como eso, por lo menos no ahora. No se como decirte todo lo que siento en este momento, pensando en ti, en mi, en lo que hemos vivido... Lo único que se decirte es que te he defraudado, durante todo este tiempo, y seguiré haciendolo cuando acabe estas lineas.

Tengo un recuerdo nuestro grabado a fuego, que tu seguro que también recuerdas: los dos tumbados, aquella noche de verano, donde descubrimos que el tiempo se puede parar y que nada importa si estás con la persona adecuada. Esa noche curaste un alma roto en pedazos, enseñaste a vivir a una persona fragil y le diste coraje para seguir adelante. Pero nada es eterno, y yo soy muy debil. 

Me rompí... aquél verano me rompí de nuevo. Todo aquello que empezaba a tener sentido, dejó de tenerlo; tomé la peor de las decisiones, sin ser consciente de las consecuencias; volví a tener miedo de la oscuridad, de la vida; volví a sentirme solo, como lo sigo estando ahora.

Conseguiste lo que nadie ha sido capaz de hacer, que tan solo ocho palabras me devolvieran a la vida. Las mismas ocho por las que daría la vida escucharte decir, las mismas que me quitan el sueño y me atormenta, que me persiguen por la calle y soy incapaz de pronunciar. Porque no tienen sentido si no estás tú, si no salen de tus labios, si no son en aquel momento donde solo existíamos los dos, en el que se paró el reloj para siempre, donde fui feliz por primera y última vez en mi vida.

No se si alguna vez voy a ser capaz de perdonarme (lo sé, no hace falta que me regañes otra vez), de poder encarar a mis miedos, de mirarme al espejo y no darme asco o de poder volver a querer. No lo se, creo que nunca lo sabré, porque no vas a estar ahí para pronunciar esas palabras mágicas por última vez. 

Si te soy sincero, es la primera vez en mucho tiempo que soy capaz de escribir sobre mi (mejor dicho, sobre tí), pero creo que esto no es suficiente para poder sanar un alma rota. Tu dirás, eres el experto en curar lo incurable. Todo es muy diferente desde que apareciste en mi vida... Nada ha vuelto a tener sentido.

Cuídate, aunque se que lo harás, yo seguiré intentando descubrir la felicidad... Aunque no existe la felicidad desde que no estás a mi lado, porque tu eras mi felicidad.

Te echo de menos.

No hay comentarios: