17 de enero de 2017

Carta dos.


Hola,

No ha pasado ni un día, y ya vuelvo a escribirte. Lo sé, es raro, pero llevo todo el día pensando en este momento, y no he podido aguantar las ganas. ¡Quien lo diría! Yo escribiendo una segunda carta... Pero necesitaba volver a dirigirme a ti.

No puedo dejar de pensar en ti (creo que nunca lo he hecho), estás en mi cabeza, siento que te veo por la calle, que estás detrás de todas las esquinas. Es raro, mucho, pero me ha parecido verte en la cola del supermercado. Mi corazón ha empezado a latir a dos mil pulsaciones, pero cuando me he vuelto a girar, era tan solo un desconocido. 

Es curioso, como un desconocido puede marcar tanto la vida de otra persona. Tu lo fuiste, hasta que te cruzaste en mi camino hace mucho tiempo. De la forma más tonta, la más absurda posible, apareciste de la nada y me cambiaste por completo. Tan solo necesitaste tu mirada y tu sonrisa para dejar la más grande de las huellas dentro de mí. 

Me marcaste por completo, sacaste una versión de mi que jamás pensé que existía, rompiste todos mis esquemas... Me diste una nueva vida. 
Sacaste la mejor versión de mi, esa que pensaba que todo era eterno, que no existían límites más allá de los que nos ponemos a nosotros mismos. Pero también me enseñaste lo que era el dolor: agudo, frío, sangrante, que te corta la respiración y te para el corazón.

No paro de pensar en todo lo que pasamos juntos, donde no existía el tiempo ni el espacio. Paralizaste mi vida en un segundo, la dotaste de sentido, la diste forma, esperanza, valentía... Me diste una razón por la que seguir viviendo todos los días. Corrijo mis palabras: me la diste, porque ahora ya no tiene sentido seguir viviendo sin ti a mi lado.

¿Sabes que no he podido volver allí? No tengo suficientes fuerzas de volver a aquel lugar, el que marcó mi antes y mi después, donde todo empezó y acabo al mismo tiempo. No puedo, todo me recuerda demasiado a ti. Cada vez que me acerco siento tu respiración entrecortada, huelo el humo de nuestro último cigarrillo y las piernas me dejan de responder. ¿Lo mejor de todo? Mi corazón me pide que regrese para poder empezar a cerrar las heridas. 

Me encantaría volver a tenerte cerca, tan solo unos minutos, para poder contarte tantas cosas... O para poder volver a verte por última vez. No pido nada más, solo una simple mirada, que me dediques una sonrisa, que hagas uno de esos gestos que tanta gracia me hacen... O que digas esas ocho palabras que me devolverían a la vida una vez más. 

Anoche soñé contigo. Estabas de pie, en mitad de una multitud, mirando a la nada. Mi corazón empezó a palpitar, mi pulso se disparó y mis piernas no respondían. Empecé a gritar tu nombre, pero cada vez había más gente. Una persona me dio un codazo y me caí al suelo, pero cuando me levanté, no había nadie, no estabas allí, estaba solo en mitad de alguna parte buscándote en balde.

Creo que es hora de despedirse por hoy. Cuídate, aunque se que lo harás, yo tan solo intentaré sobrevivir a un día más sin ti... Otro de tantos.

Te echo de menos.

No hay comentarios: